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domingo, 10 de julio de 2011

NORBERTO GALASSO Y EL "SOCIALISMO NACIONAL" (III)

Al final de la nota anterior, indicamos que Galasso transforma a Lenin en un "socialista nacional". Es interesante observar el procedimiento por el que realiza esta conversión, porque dice mucho acerca de la naturaleza del trabajo teórico de Don Norberto. "El capitalismo, al entrar en su etapa imperialista e incorporar a su sistema a los 'pueblos sin historia', desafía entonces a los teóricos socialistas de principios del siglo XX obligándolos a una redefinición de las relaciones entre 'nacionalismo' y 'socialismo', entre cuestión nacional y cuestión social. Y será Lenin quien dará la respuesta adecuada." (p. 51).

¿Cuál es el contenido de esta redefinición?

En párrafos anteriores señalamos el papel que Galasso atribuye al imperialismo en la domesticación del proletariado y del socialismo. Don Norberto sostiene que Lenin comprendió esto y que llegó a la conclusión de que "la lucha por la liberación nacional en [las] colonias adquiere un contenido revolucionario, al debilitar al capitalismo, reintroduciendo la crisis en los grandes países. De ahí pues la necesaria revalorización del nacionalismo antiimperialista de las colonias y de su vinculación con toda política socialista." (p. 51). "...el fenómeno imperialista ha modificado sustancialmente la relación entre nacionalismo y socialismo. Si para el análisis de Marx, referido a países cuya cuestión nacional estaba resuelta, el proletariado no tiene 'patria' y todo nacionalismo es revolucionario, ahora, al dividirse el mundo entre países opresores y países oprimidos, Lenin enfoca el problema desde una doble óptica: por un lado, el nacionalismo resulta doblemente reaccionario para los socialistas de los países adelantados en tanto implica la conciliación con la burguesía (consolidando el capitalismo), al tiempo que significa apoyar la explotación sobre los pueblos coloniales (sentenciando injusticia y atraso para ellos). Por otro lado, el nacionalismo - en su carácter defensivo, de 'antiimperialismo' y lucha por la liberación nacional - debe ser asumido por los socialistas de los países atrasados como una de las batallas fundamentales a librar en el camino hacia el auténtico socialismo. Esa liberación de los pueblos coloniales tiene, a su vez, un doble carácter progresivo porque no sólo coloca al país atrasado en condiciones de desarrollar sus fuerzas productivas, sino que, al privar a la potencia imperialista de la renta colonial, reintroduce en ella la crisis deteriorando el maridaje entre la burguesía y el proletariado de la metrópolis, reproduciendo las condiciones para una auténtica lucha proletaria." (p. 53-54).

Hay que armarse de paciencia y comenzar a refutar las ideas de Galasso, pues en su simplicidad expresan el contenido fundamental de este nacionalismo que se arroga el nombre de socialista. En primer lugar, hay que decir que es falso que las luchas de liberación nacional "reintroduzcan la crisis" en las metrópolis capitalistas; en el capitalismo, la crisis es un rasgo estructural que se deriva de la misma organización de la producción; por lo tanto, no necesita ser introducida "desde afuera". Las luchas obreras del siglo XX en los países centrales obedecen a contradicciones de sus modelos de acumulación (que incluían, por cierto, también a la relación con los países del Tercer Mundo). Galasso pasa por encima de la historia de dichas luchas obreras, y prefiere quedarse con la imagen de un proletariado domesticado, una situación que supone que es la de finales del siglo XIX, cuando el imperialimo permitía ceder las migajas del pastel a los trabajadores. Como señalamos más arriba, la periodización del capitalismo adoptada por Galasso es demasiado esquemática, y paraliza cualquier intento por avanzar en la comprensión de los cambios en el modo de producción capitalista. Hipnotizado por la relación entre las metrópolis y las colonias, Galasso deja de lado la cuestión de que los capitalistas de los países centrales siguen extrayendo plusvalor de sus propios trabajadores. Es por eso que sobrevalora el papel de los movimientos de liberación nacional.

En segundo lugar, la mencionada fijación en la relación "países opresores - países oprimidos" le impide comprender la dialéctica del capitalismo, impidiéndole integrar la problemática del mercado nacional y del mercado mundial. El capitalismo es una forma de organización social que tiene la peculiaridad de expandirse de modo ininterrumpido, tanto en extensión (abarcando cada vez más regiones del planeta) como en intensidad (sometiendo a la condición de mercancía a cada vez más cosas, a cada vez más personas, a cada vez más relaciones sociales). Es por ello que cabe hablar de capitalismo como de un sistema mundial, que subsume en su interior a los distintos mercados nacionales. Esta totalidad universal se expresa en el dominio universal de la ley del valor (todo pasa a ser mercancía, cuyo valor se mide a partir del tiempo de trabajo socialmente necesario que requiere su producción) y se basa en la apropiación del plusvalor por los capitalistas. Su funcionamiento no suprime la existencia de mercados nacionales, pues la expansión del capitalismo implica una exacerbación de la competencia entre capitalistas. Surgen así los bloques regionales, así como también se intensifica la pugna de las burguesías por asegurarse espacios propios, relativamente libres de la competencia (mercados nacionales, mercados regionales, etc.). La competencia promueve, además, una profundización de la explotación del trabajo por el capital al interior de cada espacio nacional y/o regional. Nada de esto aparece en el texto de Galasso. Nuestro autor reduce toda la complejidad del capitalismo a la relación entre "países opresores y países oprimidos". En este punto, sobran los comentarios.

En tercer lugar, al examinar los efectos de los movimientos de liberación nacional, propone implícitamente la tesis de que la "renta colonial" constituye una fuente importante de los ingresos de la burguesía de los centros capitalistas, a punto tal que su supresión produce una "crisis". Si bien Galasso no profundiza en la cuestión, hay que decir que argumento conduce a minizar la centralidad de la apropiación del plusvalor como mecanismo de la dominación capitalista. Ya se ha indicado que todo el texto está dirigido a relegar la lucha entre capitalistasy trabajadores detrás del antagonismo entre "países opresores y países oprimidos". Si esto es así, el socialismo deja de ser socialismo y pasa a convertirse en nacionalismo. Para el nacionalismo, todos los conflictos son secundarios frente a la cuestión nacional; la nación, la patria, está por encima de la clase. En este sentido, aún el nacionalismo más popular tiende a considerar a los empresarios nacionales (¡que también explotan de modo capitalista a sus trabajadores!) como compañeros, puesto que no son extranjeros.

Galasso desarrolla, ahora sí, de modo sistemático su argumento: "Aquella polarización creciente entre una minoría enriquecida y una nueva mayoría hambrienta - que había profetizado Marx - se daba ahora pero no en el plano nacional, sino en el plano mundial: un reducido grupo de naciones imperialista y el resto del mundo hundido en el atraso colonial. Ello no significaba (...) que
la lucha de clases dejaba de existir sino que esa lucha cambiaba de forma: ya no se daba invariablemente como enfrentamiento entra la burguesía y el proletariado, características del capitalismo en su etapa de desarrollo, sino que se manifestaba de este otro modo: por un lado, las burguesías imperialistas de los grandes países, con el apoyo del resto de las clases del gran país y la complicidad de las oligarquías de los países coloniales y enfrente a las restantes clases de las colonias configurando movimientos nacionales de liberación, entre los cuales la clase obrera podría tener mayor o menor peso según el grado de desarrollo del país colonial. El progreso histórico se produce, entonces, en cada liberación nacional de un país atrasado que debilita al capitalismo como un sistema mundial, mientras que, además, en cada colonia, esa liberación nacional se nutre al mismo tiempo de reivindicaciones sociales que expresan el avance de los sectores más explotados. La cuestión nacional se resuelve en las colonias como antesala de la revolución socialista y la pérdida de las colonias significa para las metrópolis el primer paso hacia el reencuentro con su propia cuestión social, aletargada en las últimas décadas por la abundancia lograda gracias al saqueo de Asia, África y América Latina." (p. 55; el resaltado es mío.).

El planteo es tan coherente (con respecto al argumento expuesto hasta aquí por nuestro autor) como errado. Galasso se ha propuesto abandonar el socialismo para justificar su adhesión al peronismo, y lo consigue con creces.

Repasemos nuevamente el argumento. El socialismo coloca en el lugar principal de los antagonismo sociales a la lucha de clases entre capitalistas y trabajadores; Galasso considera que la lucha central se da entre los "países opresores" y los "países oprimidos". Para el socialismo, la fuente primordial del poder capitalista es la apropiación de plusvalor (trabajo no pagado), gracias a la propiedad privada de los medios de producción; para Galasso, la base del poder capitalista es la "renta colonial", que ha permitido la "abundancia" en las metrópolis. Para el socialismo, es la clase trabajadora la encargada de liderar a los sectores populares en la conquista del poder; para Galasso, es el movimiento de liberación nacional, una alianza policlasista que incluye a la burguesía (por eso identifica a la oligarquía, y no a la burguesía, como el enemigo a vencer).

Sin embargo, el argumento de Galasso es falso no sólo desde el punto de vista exclusivamente teórico. Su planteo ignora, además, todo el proceso de desarrollo del capitalismo en el siglo XX, así como también las luchas sociales que enfrentaron a éste. Galasso, doctrinario a más no poder, congela su visión del capitalismo en 1916 (cuando Lenin publicó
El imperialismo, etapa superior del capitalismo) y descuida toda su evolución posterior. En rigor, no nos dice nada acerca del capitalismo realmente existente, como si analizar la realidad fuera una tarea extranjerizante. Sólo así se puede llegar a defender lugares comunes tales como afirmar que los movimientos de liberación nacionales debilitaron al capitalismo. La experiencia histórica muestra otra cosa. La época de oro de los movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo (décadas de 1959 y 1960) coincide con la expansión sin precedentes de los capitalismos metropolitanos. Durante todo este período, la fuente principal del poder capitalista fue el aumento de la productividad en los países centrales y no la "renta colonial" extraída de la periferia. La crisis capitalista que estalló a mediados de la década de 1970 tuvo por causa fundamental la caída de la tasa de ganancia, motivada por el agotamiento del modelo fordista de extracción de plusvalor. Es por esto que puede decirse que el argumento de Galasso es abstracto en el peor sentido del término, pues se construye en base a ignorar olímpicamente la lucha de clases terrenal.

"La cuestión nacional (...) adquiere así una relevancia fundamental en toda política socialista. El socialismo debe asumir pues en las semicolonias un contenido antiimperialista, es decir, nacional, en sentido revolucionario. (...) Por eso una consecuente concepción revolucionaria lleva a un socialista de un país sometido por el imperialismo a fundir la bandera de la liberación nacional con la de la lucha de la clase oprimida, es decir, a sostener un socialismo de contenido antiimperialista y enraizado en las condiciones específicas de esa colonia o semicolonia, es decir, un socialismo nacional." (p. 56).

El socialismo (pues Galasso considera que en los países centrales la clase trabajadora está literalmente comprada con las migajas de la "renta colonial") queda transformado en nacionalismo, al que se adosa la etiqueta de "antiimperialista". El sentido político de todo el argumento consiste en justificar la adhesión de Don Norberto al peronismo. Sólo una vez que se ha vaciado al socialismo de todo contenido de clase pueden hacerse afirmaciones como la siguiente: "el que viene hablando desde hace varios años de Socialismo Nacional es Juan Domingo Perón. (...) Perón se definió en favor del 'socialismo nacional'. (...) coherente con su condición de Jefe del movimiento nacional de una semicolonia, Perón no adhiere a una deformación stalinista del socialismo cuyo internacionalismo oculta el socialchovinismo ruso que se expresa hoy en la 'coexistencia pacífica'. Y en cambio, da su adhesión al socialismo nacional por el cual debe entenderse aquel que posee un claro contenido antiimperialista, que por ende plantea la cuestión nacional como eje de la revolución, que desarrolla a partir de la resolución de esa cuestión nacional su concepción avanzada de reivindicaciones socialistas y que por otra parte arraiga profundamente en las condiciones nacionales elaborando su política, en íntegra ligazón con las especificidades del país semicolonial." (p. 128-129). Sin pretender convertirse en intérprete del pensamiento del general, es claro que Perón sería el primer sorprendido ante este análisis del contenido de su política. La coyuntura de 1973 hacía que a Galasso no le fuera posible proclamarse nacionalista (agregándole la denominación "antiimperialista", "popular", etc.) en vez de socialista.

Por último, Galasso sostiene que fue Lenin quien "enriqueció" al socialismo con la tesis de la centralidad de la cuestión nacional. No es este el lugar para analizar detenidamente la posición de Lenin frente al problema nacional. Tampoco es necesario para rebatir a Galasso, puesto que Don Norberto cita unos pocos textos sin presentar el contexto de los mismos ni indagar el lugar de los mismos en la obra de Lenin. Galasso parece ignorar que Lenin, para bien o para mal, siguió pensando toda su vida que el socialismo sólo era posible en la medida en que se produjeran revoluciones en los países centrales. En este sentido, cabe decir que para Lenin la cuestión social era central, en tanto que la cuestión nacional se hallaba subordina a ésta.

El ensayo de Galasso fue escrito en 1973. Ello explica la referencia a Lenin, al que trata como una especie de "padre fundador" del socialismo nacional. En la actualidad, el "socialista" Galasso puede prescindir de esta mención al dirigente bolchevique. Con ello se completa el abandono del socialismo, aún en su forma puramente discursiva.

Mataderos, lunes 11 de julio de 2011

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