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domingo, 13 de junio de 2010

COMENTARIOS A «IDEOLOGÍA Y APARATOS IDEOLÓGICOS DEL ESTADO», DE LOUIS ALTHUSSER (2)

Luego de presentar en la nota anterior las líneas generales de la concepción de Marx, podemos pasar ahora a examinar la teoría de Althusser. Este elabora su teoría de la reproducción como un intento de completar y desarrollar la concepción de Marx. El punto de partida es la constatación de que "la reproducción de las condiciones de producción es (...) la condición última de la producción" (p. 97).

La primera parte del artículo está dedicada a tratar dos cuestiones: a) el establecimiento del nivel de la reproducción como un nivel de análisis distinto - y más concreto- que el de la producción; b) el examen de las cuestiones englobadas bajo el concepto de condiciones de producción.

Acerca de estas cuestiones, Althusser distingue tres niveles de análisis desde los cuales se puede abordar el fenómeno de la reproducción: el nivel de la "simple práctica", el de la producción y el de la reproducción. Los dos primeros niveles son abstractos en relación al tercero; respecto al nivel de la producción, sostiene que su cercanía con lo cotidiano opera como un obstáculo para acceder al nivel de la reproducción (sin mencionarlo, parece aludir aquí al concepto de obstáculo epistemológico de Gaston Bachelard). Sólo partiendo de la reproducción es posible concebir a la sociedad como una totalidad y superar tanto el punto de vista empirista de la "práctica productiva" (p. 98), donde la reproducción es vista como un proceso meramente técnico (reposición de materias primas, máquinas, etc., consumidos en el proceso de producción), como la posición "micro", que sostiene que el problema de la reproducción debe estudiarse a nivel de la empresa.

En definitiva, adoptar el nivel de la reproducción permite llegar al concepto de todo social y expresar lo novedoso de la respuesta de Marx a la vieja pregunta: ¿Qué es la sociedad? Antes de pasar a examinar la interpretación althusseriana de la respuesta marxista a dicha pregunta, corresponde aclarar a qué se refiere Althusser cuando habla de la reproducción de las "condiciones de producción". En otras palabras, ¿qué es lo que se debe reproducir para que el proceso de producción pueda reanudarse una y otra vez?

Althusser responde diciendo que toda formación social debe reproducir: a) las fuerzas productivas; b) las relaciones existentes de producción (p. 98). Luego de esta primera aproximación a la cuestión, Althusser se dedica a complejizar el esquema. Así, la reproducción de la fuerzas productivas implica tanto la de los medios de producción (p. 98-99) como la de la fuerza de trabajo (p. 99-103). Como puede observarse en el texto, Althusser presta especial atención a los problemas de la reproducción de la fuerza de trabajo. Esta no consiste simplemente en "asegurar las condiciones materiales de reproducción de la fuerza de trabajo para que ésta se reproduzca como tal" (p. 100), sino que se trata de que la clase trabajadora debe ser "competente", esto es, debe suplir las distintas necesidades de calificación requeridas por el proceso productivo (p. 100-101), y que, además, tiene que aceptar las reglas del orden establecido (p. 101-102). En otras palabras, reproducir la fuerza de trabajo implica: a) reproduccón física de la clase trabajadora (de la clase obrera actual y de la generación que reemplazará a la misma); b) reproducción de los distintos niveles de calificación requeridos por un proceso productivo cada vez más complejo; c) reproducción de la sumisión de los trabajadores a la «ideología dominante».

Los puntos b y c de la enumeración anterior llevan a Althusser a plantear la cuestión del papel del "sistema educacional" (p. 101), puesto que, a diferencia de las formaciones precapitalistas, la reproducción de la calificación de la fuerza de trabajo tiende a darse por fuera de la producción en la sociedad capitalista. También lo llevan a introducir el concepto de ideología y a volver todavía más complejo el esquema, pues al lado de la sumisión del proletariado a la ideología dominante, Althusser sostiene que también debe reproducirse "la capacidad de los agentes de la explotación y de la represión para manipular la ideología dominante" (p. 102).

La reproducción de las relaciones de producción es abordada más adelante (p. 113-120), a traves del análisis del papel de los aparatos del Estado. De ahí que volvamos sobre esta cuestión en las secciones 3 y 4 de este trabajo.

Resumiendo lo expuesto hasta aquí. Althusser se propone retomar la teoría de la reproducción tal como fue planteada por Marx y desarrollarla, sobre todo en lo relativo a la reproducción de la fuerza de trabajo y las relaciones de producción. Sin embargo, y a pesar del énfasis que pone en el concepto de todo social, dedica muy poca atención al momento de la producción propiamente dicho, y se concentra en el análisis de los mecanismos ideológicos implicados en la reproducción. El acento puesto en la práctica es desmentido por un desarrollo centrado en lo ideológico como instancia central de la sociedad. Esta afirmación será ampliada en las siguientes secciones de este trabajo.

2) El modelo infraestructura - superestructura.

El tema es tratado en p. 103-105. Dado que el interés de Althusser está puesto en la reproducción de la sumisión de los trabajadores a la ideología dominante y en la de la capacidad de las clases hegemónicas para manipular dicha ideología, dedica varias páginas al Estado (p. 105-108) y a los aparatos ideológicos del Estado (p. 108-113).

La importancia que Althusser concede al modelo de infraestructura-superestructura en su teoría de la reproducción obliga a examinar con atención lo que supone la adopción de dicho esquema.

En primer lugar, hay que decir que el modelo constituye, según Althusser, el núcleo de la respuesta de Marx a la mencionada pregunta ¿qué es la sociedad? y marca la diferencia ("revolucionaria") entre la concepción de la totalidad social de Hegel y la de Marx (p. 103). Althusser sostiene que el modelo es un tópico, es decir, una metáfora espacial, que sirve para representar "el hecho de la «determinación en última instancia» por la base económica" (p. 103). Althusser afirma que "Marx concibe la estructura de toda sociedad como constituida por «niveles» o «instancias», articulados por una determinación específica: la INFRAESTRUCTURA o base económica («unidad» de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción), y la superestructura que, a su vez, contiene dos «niveles» o «instancias»:la jurídica-política (el derecho y el Estado) y la ideología (las distintas ideologías, religiosas, morales, jurídicas, políticas, etc.)" (p 103). Como puede notarse, Althusser construye un Marx estructuralista, apoyándose en el Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política (1859). Es significativo que el modelo signifique, según Althusser, la ruptura de Marx con la totalidad hegeliana porque, a nuestro juicio, la metáfora del edificio conlleva una tendencia determinista y antidialéctica.

Para explicar lo dicho al final del párrafo anterior, hay que empezar situando el modelo en el marco de la teoría social de Marx. El Prólogo de 1859 forma parte de los trabajos que componen el vasto complejo que es El capital. Redactado como introducción a la Contribución, tiene dos objetivos fundamentales: a) esbozar la trayectoria intelectual de Marx desde el liberalismo y el hegelianismo hasta el socialismo y el materialismo histórico; b) presentar los tipos principales de la teoría social de Marx, en una forma que fuera accesible al gran público. (2)

Los objetivos indicados condicionaron los rasgos deterministas y estructuralistas que aparecen en el Prólogo. Por un lado, el liberalismo y el hegelianismo privilegiaban el rol del sujeto y dejaban de lado las regularidades que ponían límites estrechos a la acción de este; por tanto, su refutación (y la del idealismo en general) implicaba acentuar las determinaciones objetivas de la acción de los sujetos. Por otra parte, la necesidad de presentar su concepción de la sociedad en una forma sencilla llevó a Marx a formular el modelo infraestructura-superestructura, en el que, y Althusser tiene razón en esto, la centralidad del análisis de la producción es visible con claridad. Además de estas razones, hay otra cuestión que permite explicar la elección de ese modelo para describir la ordenación de la sociedad. Las derrotas de las revoluciones de 1848-1849 significaron un duro golpe para Marx y Engels, pues esfumaron su confianza en el rápido pasaje de la revolución burguesa a la revolución socialista. Ya en los escritos de 1850 se advirtieron que las crisis económicas ejercían una fuerte determinación sobre las revoluciones. La conclusión era que la voluntad por sí sola no podía torcer el curso de la historia. De ahí el énfasis puesto en el Prólogo en que una forma social no puede ser derribada si antes no se han desarrollado todas las fuerzas productivas contenidas en su seno.

Sin embargo, todo lo anterior no permite afirmar que en 1859 Marx era un determinista económico. Decíamos más arriba que el Prólogo (y la Contribución) forma parte de un proyecto más general, cuyo punto culminante es la publicación del Libro Primero de El capital (1867). El Prólogo no puede leerse, entonces, dejando de lado su relación con dicho proyecto.

En 1857, y ante los primeros embates de una crisis económica (preámbulo, según Marx, del inminente estallido de una nueva revolución europea), Marx comenzó la redacción del manuscrito conocido como Grundrisse, que puede ser considerado como la primera redacción de El capital. Dicho manuscrito comienza con la llamada Introducción de 1857 (Einleitung, que en alemán significa introducción). Dicha Introducción contiene una respuesta más compleja a la pregunta ¿qué es la sociedad?, que refleja con mayor precisión, en nuestra opinión, la concepción de Marx.

En la Introducción de 1857 Marx no concibe a la sociedad como una estructura compuesta por instancias articuladas entre sí por determinaciones específicas. Tampoco hace ninguna referencia a la metáfora superestructura-infraestructura. En cambio, utiliza una imagen que describe en forma más precisa su concepción de la sociedad como totalidad: "En todas las formas de sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las demás su correspondiente rango e influencia. Es una iluminación general en la que se bañan todos los colores y que modifica las particularidades de éstos. Es como un éter particular que determina el peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve." (G: 27) (3). Como puede notarse, no se trata de una imagen tan determinista como la del modelo infraestructura-superestructura, donde el tópico directamente nos trae la imagen de lo económico como los cimientos en los que se apoya el edificio superestructural de la sociedad. En 1857 Marx no había tenido la fortuna de ser ilustrado por Althusser, y estaba tanteando en busca de imágenes y metáforas que describieran su forma de concebir a la sociedad, dado que la misma tenía pocos puntos de contacto con la que proponían las nacientes ciencias sociales.

En el contexto de estos tanteos y de estas búsquedas, plasmadas en los Grundrisse, Marx sostiene que el punto de llegada en el estudio de la sociedad debe ser lo concreto, esto es, "la síntesis de múltiples determinaciones (...) la unidad de lo diverso" (G: 21). La división de la sociedad en niveles e instancias es un recurso válido con fines analíticos, pero puede transformarse en un obstáculo a la comprensión del todo social. Es más, la cristalización de esas instancias lleva a reforzar el efecto determinista de ese método no dialéctico al abordar el estudio de la sociedad.

De lo anterior se infiere que la afirmación de Althusser acerca de que Marx piensa a la sociedad en términos de la metáfora espacial infraestructura-superestructura, no es correcta. Más allá de que en Marx están presentes elementos deterministas, su concepción de la sociedad no es determinista. Es más, la misma constituye el punto de partida necesario para una crítica de los distintos determinismos en teoría social.

De modo que el énfasis de Althusser en el modelo citado representa un intento de construir un Marx a la medida del estructuralismo. Ese intento se realiza mediante la simplificación de la teoría de Marx (hay que insistir en que el Prólogo de 1859 debe ser acompañado de la lectura de otros textos del período, que sirven para enmarcarlo), caracterizada por el abandono del método dialéctico (reflejado en las apreciaciones negativas sobre Hegel efectuadas por Althusser).

A continuación corresponde analizar la forma en que Althusser desarrolla el famoso modelo. Según su opinión, el principal defecto del modelo es su carácter descriptivo (p. 104), ya que sostiene que las descripciones, si bien son una etapa necesaria en el proceso de conocimiento, acarrean el riesgo de bloquear el desarrollo de la teoría (p. 107). Para superar el carácter descriptivo de la teoría y llegar a formular lo que denomina una "teoría a secas" (p. 105), Althusser defiende la necesidad de ubicarse en el punto de vista de la reproducción (p. 104). Precisemos esta cuestión. Althusser deja en claro que no rechaza la metáfora, sino que trata de superarla. Para él, esta superación consiste en "intentar pensar lo que nos entrega bajo la forma de una descripción" (p. 104). Como ya dijimos anteriormente, Althusser piensa que uno de los mayores méritos de la metáfora espacial radica en que permite acentuar la determinación por la base económica. No discute, por tanto, la pertinencia del modelo para captar lo esencial del análisis marxista de la sociedad. Por el contrario, acepta la validez del tópico y su superación del mismo constituye, en realidad, una profundización del carácter antidialéctico de su interpretación estructuralista de la metáfora. ¿Cómo efectúa esta superación? Como ocurre en todo el artículo, Althusser deja de lado los fenómenos infraestructurales y se concentra en el examen del "derecho, el estado y la ideología desde el punto de vista de la reproducción" (p. 105). No es este el lugar para profundizar en el análisis althusseriano del Estado. Por el momento tenemos que concentrarnos en la manera en que pasa de la teoría "descriptiva" del Estado a la formulación de una "teoría a secas" del mismo. Para ello desarrolla el concepto de aparatos ideológicos del Estado. A este punto dedicaremos la siguiente nota de esta serie.

Buenos Aires, domingo 13 de junio de 2010

NOTAS:
(1) Para todas las citas del texto de Althusser, utilizo la traducción de Oscar L. Molina, "Ideología y aparatos ideológicos del estado (Notas para una investigación)", incluida en: Althusser, Louis. (1988). La filosofía como arma de la revolución. México D. F: Ediciones Pasado y Presente (pp. 97-141 y notas en pp. 144-145).
(2) No debe olvidarse que en 1859, y exceptuando el Manifiesto del partido comunista (difícil de conseguir en ese momento, porque no había sido reeditado todavía) y algunos escritos polémicos (Miseria de la filosofía) e históricos (El 18 brumario de Luis Bonaparte, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850), no había ninguna exposición positiva de las tesis de la teoría social de Marx.
(3) Los Grundrisse, conocidos en español como Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, constituyen un extenso manuscrito escrito por Marx entre 1857 y 1858. Representan la primera redacción in extenso de los temas tratados luego en El Capital. Fueron publicados por primera vez recién en 1939-41 (Moscú: Instituto Marx-Engels-Lenin). Poseo un ejemplar de la 17º edición española (México D. F.: Siglo XXI). Esta edición estuvo a cargo de José Aricó, Miguel Murmis y Pedro Scaron, y la traducción fue obra de este último.
Respecto a la forma de citar. La edición Siglo XXI incluye la indicación al margen y encerrados entre corchetes de los números de pagina de la edición Dietz 1953, que reprodujo en forma facsimilar y en un solo volumen la edición rusa de 1939-41. Es por eso que cito utilizando la letra G (Grundrisse) y luego el número de página correspondiente a la edición Dietz. Por ejemplo, G: 22 quiere decir página 22 de la edición Dietz de los Grundrisse.

4 comentarios:

Dr. José A. Gómez Di Vincenzo dijo...

En cuanto a la desafortunada metáfora arquitectónica cabría agregar a la precisa exposición llevada a cabo en la entrada que además de ser tomada por Althusser muy inteligentemente para afianzar la postura estructuralista es funcional a todo intento de reducción del estilo mecanicista. Así la complejidad de los procesos culturales, políticos e ideológicos para a ser un epifenómeno sin ser vistos como ejemplos significativos de lo que llamamos producción ampliada. Por demás, y retomando otra vez la introducción a los Grundrisse, es importante destacar el análisis que allí Marx realiza acerca de las relaciones coimplicantes entre producción y consumo, producción y distribución y producción e intercambio. Marx construye de este modo una totalidad en la que la producción determina materialmente, el consumo lo hace ideológicamente, la distribución práctico-políticamente y finalmente el intercambio económicamente. Lejos estamos aquí de los intentos de construcción de totalidad propios de la economía clásica (y ni que hablar de la neoclásica)donde todo se explica a partir de la economía abstracta.

Ariel Mayo (1970) dijo...

José, coincido en que la metáfora edilicia es desafortunada, y su utilización en el prólogo de 1859 puede explicarse, en buena medida, como un producto de la necesidad que tenía Marx de exponer las líneas principales de su teoría para el gran público. Sin embargo, hay que reconocer que en Marx hay un fuerte componente determinista, que coexiste de manera contradictoria con una orientación general que niega el determinismo mecanicista, la teleología y el finalismo en la historia. En este sentido, su concepción del proceso histórico se resume en la famosa expresión del MANIFIESTO COMUNISTA (1848) que dice que "toda la historia ha sido la historia de las luchas de clases". Creo que las ciencias sociales todavía no han terminado de extraer todas las fructíferas conclusiones de esta proposición.

Dr. José A. Gómez Di Vincenzo dijo...

Habría que pensar si toda la historia es la historia de la lucha de clases hasta el presente y que de aquí en más todo es contingente. Me parece que a grandes rasgos el enfoque de la historia que se encuentra en el marxismo decimonónico permite explicar los grandes trazos, las causas más profundas del desenvolvimiento de la historia hasta el triunfo del capitalismo. Pero no dejo de pensar que algo hay en particular con el capitalismo que aún resta ser explicado sin correrse de los fundamentos del último Marx pero teniendo en cuenta una profundización del estudio de la dialéctica.Su capacidad reproductiva, aún fabricando una tremenda masa de desocupados e indigentes en todo el mundo, escapó a todo lo que en el siglo XIX y aún en buena parte del XX podía preverse ajustándose a los textos de los padres del materialismo histótico.

Ariel Mayo (1970) dijo...

Como siempre José apuntás al centro de la cuestión. Esa formidable capacidad de sobrevivencia del capitalismo, que ha superado crisis enormes, tales como la Primera Guerra Mundial, la crisis de 1929, etc, es justamente lo que hay que explicar. Y para hacerlo es preciso elaborar nuevas herramientas teóricas y afilar las anteriores. Tal vez un buen punto de partida consista en asumir que, a diferencia de las sociedades anteriores, el capitalismo necesita del cambio constante para poder reproducirse. En este sentido, la reproducción ampliada es la clave del capitalismo.